sábado, 12 de noviembre de 2011

29. (7 de enero de 2010)

-El pueblo de mi familia materna, Angela, es precioso. Está en una zona toda de pueblos muy pequeños, distantes entre si -a veces solo ves monte lleno de robles y encinas y nada más-, con sus viñedos, casas todas de piedra pues es zona de mucho granito... Vamos, que te juro que para perderse es un sitio ideal.
-Uffff, tiene que ser realmente precioso, chico.
-Si que lo es, si.
-Es que a mi me gustan mucho las antigüedades, y las casas rústicas.
-Y hace... ¿cuatro?. Miento... hace cinco años, me cogí estando en el pueblo -está a 5 km de la frontera con Portugal- yo solo el coche, y me fui a conocer todo el norte de Portugal durante 6 días. Tiene una magia especial, y más cuando vas por pueblos pequeños, intentando que la gente mayor charle contigo mientras tratas de hacerte entender medio en español y medio en portugués...
-Me encantan los pueblos pequeños, Víctor, donde las calles son muy estrechas y algunas puedes abarcarlas y tocarlas con ambos brazos extendidos.
-De esos mismos te digo, Angela.
-Eso me enloquece, mmm...
-Imagínate. Amanecí un día en Vila Praia de Ancora, baje muy temprano del hotel, nada más amanecer fui a la playa... ojo que cuando digo playa, digo una playa atlántica enorme, de arena muy blanca, y salpicada toda ella de estrellas de mar. Yo solo caminando por la playa, cogiendo una estrella que se te enrosca en los dedos, y la devuelves al mar... Eso es emocionante, y por momentos así que merece la pena sentirse muy vivo y vivir.
-Joer... ¿Y por qué no me llevaste contigo?.
-No te lleve únicamente porque la Vida aún no me había regalado el conocerte, que si no ten por seguro que hubieses venido conmigo.
-Tuvo que ser maravilloso, Víctor.
-Si. Luego a medio día, en el mismo paseo de la playa, comerte un rodaballo al horno de leña con patatas asadas, que ya se sabe lo exagerado de los portugueses, me dijeron que era como para una persona y media, y en la bandeja yo vi un pescado y patatas como para tres. Claro, al final solo pude con medio plato, jajaja...
-Hubiera sido un sueño del que no hubiese querido despertar, así contigo, eso si que es magia.
-Eso es cierto, ahora que te voy conociendo, desde luego que me hubiese gustado compartirlo contigo, Angela. Pasear juntos muy abrazados por la playa, sintiendo la fuerza de la naturaleza y la pasión de nuestros sentimientos.
-En ese lugar tan hermoso, y así juntos, te hubiese dado un beso apasionado enorme, chico...

Había tanta claridad de ideas, de sentimientos, pensamientos y forma de ser en los dos, que en todo surgían conexiones mágicas, estupendas y auténticas. Podíamos pensar distinto en algo, no estar de acuerdo, tener puntos de vista diferentes, como dos personas cualesquiera. Pero había muchas más coincidencias entre nosotros, de como veíamos y sentíamos la vida, y como la vivíamos y expresábamos.

-Angela...
-Dime, niño...
-Te tengo que reconocer, Angela, en serio que estoy sorprendido. Mira que llevo años en internet, en momentos y etapas más o menos conectado con otra gente, y nunca, y te repito, NUNCA hasta ahora había coincidido con una mujer con las ideas tan claras, tan sana, tan positiva y de tan buen rollo en el 99'99% -no el 100% porque somos seres humanos, jajaja- como tu.
-Es que yo soy así, chico. Mis amistades me dicen que por aquí -y en mi vida diaria- no se puede ser tan sincera, tan abierta, pues muchas veces me puede perjudicar esto, pero yo soy así, si siento algo especial hacia una persona tengo que decírselo, para que callarlo, si es algo que me nace puro, sano, bonito.
-Ya, Angela, si tienes razón. Pero me sorprende, y me gusta mucho que haya gente como tu -yo también soy así-, que expresa abiertamente sus sentimientos sin miedo.
-Me gusta ser así como soy.
-Claro que si. A veces igual me pongo demasiado meloso -en el buen sentido chica-. Pero es que algo en mi interior me dice que sea así, muy cariñoso contigo, y yo siempre sigo a mi corazón si me dice que eso me va a traer algo bueno a mi vida.
-Pues a mi me gusta que te pongas así, Víctor, pues me transmites mucha sinceridad.
-Yo te digo a ti, Angela. Que quiero que lleguemos a conocernos, sin que importe el pasado -mismo que esté ahí y cada uno tenga el suyo-, ni el futuro. Solo el presente. Poder compartir, hablarnos y vivir desde el espíritu y el corazón, y desde el cuerpo y la cabecita. Y que le den por culo -perdona pero tenía que decirlo así- a la gente que no entienda que dos personas pueden vivir una vida consciente, mejorándose cada día y dando a los demás lo mejor de si mismos, sin por ello dejar de disfrutar esa vida y de cada día con lo que nos quiera traer.
-¡Bravo!. Ese es el Víctor que yo quiero...

Esa era también la Angela que yo amaba y quería.

Una mujer valiente. Muy, muy valiente. Decidida por demás. Deseando vivir, y realizar sus sueños. Angela, una mujer que por encima de todo ponía su corazón y sus sentimientos. Y era capaz de ir contra el mundo entero luchando por la persona que quería y amaba. En definitiva, una mujer cuyas armas eran las más poderosas, pues la sinceridad, la nobleza, la fortaleza interior y la alegría, barrían todo lo negativo de ella y la convertían cada día en una persona más viva, más fuerte, y más entera.

Si, la verdad es que apreciaba y quería cada día más a esta chica. Y como la quería...

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