miércoles, 2 de noviembre de 2011

24.

-Voy a ver si cojo el décimo de lotería que jugamos mi mejor amiga y yo, a ver si nos toca. Tu pide para que nos caiga un buen premio, y deséame suerte, que si toca, por tus buenos pensamientos, te llevarás un muy buen regalo, te lo prometo.
-Claro que te deseo suerte. Yo llevo uno del número 45.205, que desde este momento lo juego a medias contigo. Ya sabes, si toca un pellizquito o un buen pellizco, a medias que vamos, Víctor.

La verdad es que en esos días, uno anda como la mayoría de personas, buscando con quien compartir -a duo normalmente- unos números del sorteo de Navidad de la lotería. Por aquello de poder abarcar más números llevándote la mitad de lo que te toque.

Lo que menos nos podíamos imaginar Angela y yo es que al pedir a la Vida con todo nuestro corazón que nos tocase la lotería, y que además nos llevásemos un premio de los grandes si no el más grande, nos iba a hacer caso. Claro que la Vida escucha y entiende lo que uno le pide desde el corazón.

Y al fin, que fue lo mejor. Nos tocó la lotería como pareja, haciendo que actualmente seamos una pareja que comparte todo con una pasión, con unas ganas, con un desear poner el alma y la magia en todo cuanto hacemos, e intentar que el mayor número de experiencias y cosas nos sucedan estando juntos.

Eso si que fue un premio. El mérito es de los dos, que deseamos compartir en esas conversaciones confesiones íntimas, momentos de alegría, desahogarse contando problemas de cada uno, llegar a momentos sexuales y picantes que se iban pensando por si acabábamos juntos -que sabíamos que iban a pasar antes o después-, y mucho más.

Cuando uno -en este caso la pareja- desea algo con todas sus fuerzas, pone su mente y su energía en atraer las circunstancias necesarias para que suceda, y pone su corazón en conseguir eso que desea, la Vida lo ayuda aliviándolo de obstáculos, o poniéndole en contacto con situaciones o personas que tienen que ver con eso que desea conseguir. En nuestro caso, nos permitía cada día conectar más tiempo, sin desfallecer, con una mayor alegría y pasión por parte de los dos en cada conversación que gracias a internet era como estar juntos.

-Dios mío Víctor, que despertar más bonito he tenido. Fíjate que no suelo mirar el correo antes de desayunar, y, hoy no se porque, he sentido la tentación de mirarlo antes que nada. Y ahora lo comprendo. Tu energía me llamaba atrayéndome hacia el ordenador. Gracias por la fotografía que me has enviado. Eres precioso, y tu carita lo dice todo de ti, todo lo bueno y noble que eres.
-Voy a tomarme un té rojo y tostadas con tomate y aceite. Ven a desayunar conmigo, Víctor. Ven.

Como no ir. Nos hacíamos tantos ofrecimientos en plan divertido y simpático, y sin embargo sabíamos que al final acabaríamos aceptando y quedando, pues eran sinceros y merecían la pena.

-¡Hola!. Te escribo pero desconecto ya mismo. Que ni he parado ni paro entre ayer y hoy. Por la mañana, a buscar regalos de Navidad para mi tía y para la peque de mi sobrina. Por la tarde temprano quiero ir a correr por el río que hace un día de sol estupendo para ser diciembre. Y luego después de cenar voy a ir al cine a ver Avatar. ¡Así que ala!. Besitos cielo. Te Quieroooooooooooo, mujer preciosa y seductora...
-¡Ey, hola!. Yo también te quieroooooooooo...

A veces, con esa conexión tan especial y tan grande que teníamos, uno de los dos estaba frente al ordenador escribiendo al otro, y este, si le pillaba en casa y cerca de su equipo, de repente sentía que quería hacer algo en el ordenador. Era entrar, y normalmente coincidíamos. Aunque a veces uno acababa en ese mismo instante de cerrar la sesión y el otro creía verlo conectado y le escribía, dándose luego cuenta de que no estaba pues terminaba de salir del ordenador.

-Angela. Se que tienes algo especial. Y no digo ya a nivel físico y como mujer, que estás estupenda y me gusta tu figura y tu cuerpo como es. Sino a nivel energético. Eres pura energía, y eso se nota en como te siento aún en la distancia. Envíame tu energía, corazón. Quiero que pienses e imagines que estás dentro de un círculo de luz entre blanca y plateada. Y que de repente aparezco yo, y tu te acercas, me besas y me abrazas para que entre en tu círculo de luz, y esa misma luz se transforma en una luz dorada muy intensa que nos envuelve a los dos, nos atraviesa el cuerpo, y va entre tu y yo.
-Gracias por todo cuanto estás compartiendo conmigo, Angela, que es precioso, y yo lo siento así en mi vida. Por momentos y experiencias como estas que vivimos es que merece la pena todo. Lo siento así, y así quiero que te llegue.

En la Vida nunca hay un camino que no se pueda recorrer. Con las limitaciones que tengamos en un determinado momento. A pesar de los obstáculos que el mismo camino pueda presentar. Incluso cuando en el camino otras personas intentan impedir nuestro avance por el motivo que sea. Merece la pena intentarlo con todas nuestras fuerzas aunque parezca algo inalcanzable.

Y yo cada día deseaba más recorrer ese camino, hasta el fin. Y recorrerlo compartiendo al lado de Angela lo que nos tuviese reservado. Ella, que al igual que yo también recorría un camino, quería coincidir en el cruce que nos llevaría a encontrarnos y decidir caminar juntos.

Ahora, después de pasar casi dos años, mientras escribo estas páginas, me doy cuenta de que hay una frase que no es mía, pero la hago mía con permiso del autor que la hubiese escrito por primera vez: La primera vez que nuestras miradas se cruzaron, se ataron para toda la vida.

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