jueves, 29 de septiembre de 2011

6.

Oye, a todo esto... ¿de dónde eres?

Pudiera parecer ilógico, que tras unas conversaciones tan intensas, tan profundas y que iban tomando un color muy especial, todavía hubiese preguntas básicas que no nos habíamos hecho.

Es lo que tiene el estar compartiendo de manera sincera, que sigues las sensaciones del corazón, y dejas reposando a la cabeza, con lo cual conectar no sigue el camino habitual de la mayoría de la gente. Algo que a nosotros, la verdad, nos hacía sentir estupendamente.

-Soy de Madrid. Viví allí hasta los diecisiete años, y luego para Murcia, Angela -respondí yo-.
-Anda, como yo, madrileña también.

Ya de nuevo tras esta cuestión solucionada, nos metimos otra vez de lleno en la conversación animada que nos hacía estar una noche tras otra deseando llegar al ordenador y ver a la otra persona activa en la página al otro lado de la pantalla. Por más que no lo dijésemos a los cuatro vientos, ahí hacíamos ya por estar cada día para hablar uno con el otro.

-Yo soy muy amiga de mis amigos, aún mantengo algunas amigas de cuando tenía cinco o seis años. Y ya ha llovido desde entonces...
-Cierto Angela -empecé para completar su frase-. Yo con mi mejor amiga de Murcia, y a fecha de hoy la mejor amistad que tengo, no necesitamos llamarnos cada día ni mandarnos mensajes continuamente, y eso que nos queremos y apreciamos muchísimo como amigos por lo que hemos compartido.
-Si algún día conoces a esas amigas mías te lo dirán, como nos queremos después de tanto tiempo con locura y auténtica pasión de amigas.
-E incluso a veces, el saber que tus amigos de verdad, esos que se cuentan con los dedos de una mano y nos sobran dedos, están ahí. Cuando tras un tiempo sin conectar lo hace una parte con la otra, la alegría, la energía positiva que inunda el ambiente lo dice todo.
-Te entiendo. Yo a veces no entiendo que aunque en una pareja haya habido mucho amor, después no pueda quedar una amistad. No digo inmediata, pues los sentimientos siguen ahí, y los momentos compartidos. Pero de ahí a no poder ni con el tiempo crecer con la experiencia vivida y hacer que perdure una bella amistad al menos, pues es una lástima, Víctor, que sea así.
-Lo se, pero que hay más hermoso, si una relación no se ha roto por problemas, sino porque el amor se ha enfriado y se ha apagado, que desde todo lo bueno que se ha compartido, dar forma a una amistad.
-Ya Víctor, pero cuando uno ha amado muchísimo, es difícil, se pasa muy mal, y uno no deja de amar cuando es sincero de un día para otro. ¿Tu crees que la persona de quien te hablo querrá un día mi amistad? -me preguntó ella-.
-No lo se, Angela, no soy adivino. Se que poniéndome en su lugar, desearía tu amistad sin dudarlo un segundo -dije-.
-El se marchó a Argentina. Me envió un correo diciéndome que le contestara diciéndole como esta y demás, pero no quise hacerlo. ¿Qué te parece?
-Pues que igual has hecho bien, si tanto amaba que se fue a la otra parte del mundo, sería como atizar las brasas que parecen apagadas para que surjan al rojo vivo de nuevo de abajo. Como de eso ya ha pasado un tiempo, creo que ahora ya si le podrías escribir, chica.
-Además ahora mismo están con inundaciones allí e igual le gustaría recibirlo, y ver que me intereso por como está allí.
-Si, Angela, a mi me gustaría recibirlo, la verdad. Que alguien que ha compartido intensamente momentos de la vida conmigo quiera saber como me va la vida, pues siempre te alegra el corazón.
-Vaya lagrimones, Víctor. Me he emocionado, gracias por tus palabras, me llegan mucho también.

En ese momento descubrí las tres palabras más mágicas que nadie había pronunciado nunca. Angela, para describir un estado de alegría incontenible, de felicidad intensísima, de sentir desde un mar de emociones a la sensación más leve, tocar el cielo con las manos, el universo con el espíritu y el mundo con el corazón, para todo ello, me dijo algo que me golpeó todo mi Ser con la fuerza de la Vida, de esa Vida que es lo que te da aliento cada día:

-¿Sabes lo que yo digo, cuando lloro y me emociono así?
-No. ¿Qué dices? -pregunté curioso-.
-Que son 'orgasmos del alma' -escribió-. Son lloros bonitos, y preciosos.
-Vaya, no lo había pensado nunca así... ¡me gusta la frase!.
-Pues ya sabes, chico, te doy permiso para copiarla.
-¡Orgasmos del alma!. En serio, es una descripción realmente buena, Angela. Como me gusta lo que transmiten tus palabras.

En lo más intenso de mi Ser, sentía que esta mujer, estaba regalándome palabras de Vida, algo que por ser tan especial había de guardar como un tesoro. Y no me equivocaba...

-A veces llorar es bonito, Víctor.
-Eso me recuerda, Angela, a la escena final de la trilogía de 'El señor de los anillos'.
-¿Si? ¿Por qué?.
-Cuando se despide el mago de los cuatro personajes principales de una raza de toda la historia, los 'hobbits', les hace recordar todos los buenos momentos vividos juntos, como han escrito páginas de sus vidas juntos, y les dice: 'no os diré no lloréis, mis pequeños amigos, pues no todas las lágrimas son amargas'. Claro, después de una maravillosa y fabulosa historia juntos en un grupo de nueve que tienen que separarse por circunstancias para siempre.
-Chico, que final tan intenso...
-Es que se lo que es eso, Angela, una sensación tan intensa que te tiembla el cuerpo, te salen lágrimas como un río, y toda tu piel se eriza, de la emoción. Claro que lo he sentido yo también.
-¿Ves? Como te decía al principio, en eso eres como yo, Víctor.

La verdad, es que en las cosas principales y que realmente importan en la vida de una persona, y que son las que nos impulsan cada día a superarnos y nos llevan a comprender que somos mucho más de lo que nos creemos, en esas cosas Angela y yo coincidíamos. Nuestra visión de una relación, de un compartir entre dos personas amor y sentimientos, era idéntica. Algo que por otro lado nuestros corazones ya sabían, y se reían entre ellos de nosotros pues ya sabían mucho más que nosotros mismos.

Y es que nuestro corazón sabe mucho, aunque no siempre estemos con ganas de hablar con él, o no callemos nuestra conversación sin fin para escucharlo con atención. Por eso a veces, cuando no le hacemos caso, calla con cierta tristeza. Pues un corazón está hecho para sentir la Vida, para expresarla, y para hablar con nosotros y ayudarnos siempre que lo necesitemos. Si, los corazones hablan a un nivel sutil, pero si nos ponemos a ello, al final lo que nos dice lo entendemos, y eso es algo que merece la pena.

Y desde luego, ahora me doy cuenta de que el corazón de Angela y el mío, habían comenzado a hablar muchas más horas de las que ella y yo pasábamos frente al ordenador...

martes, 27 de septiembre de 2011

5.

-Es muy gratificante poder estar charlando contigo, que aunque es a través de la escritura, es algo estupendo.

Los comentarios que nos hacíamos. La cantidad de frases y de palabras que dejaban fluir un mar de sentimientos. Era posible e iba tomando forma. Si dos personas estaban conectando hasta en lo más íntimo de su Ser, aún sin ser conscientes de ello, éramos Angela y yo. Más y más horas de conversación, hacían que un cariño muy especial estuviera surgiendo entre los dos. Crecía con cada encuentro en la red, en nuestro rincón habitado en una página social, una amistad profunda y sincera, a la vez que unos sentimientos, que intuyéndolo de alguna manera despertaban nuestros corazones. Y así nos sucedía cada vez que conectábamos.

Entre los miles de personas que tenían su perfil en Badoo, había dos que habían construido y dado forma a un Badoo en el que solo cabían ellos, un espacio en el cual solo existían sus momentos, sus palabras, sus susurros, las risas compartidas, y los sentimientos.

Habíamos creado nuestra red personal dentro de una red mayor que a su vez pertenecía a la vastísima Red, comúnmente conocida como Internet. Si tuviese que describir nuestro comienzo un astrónomo, se referiría a dos puntos en el firmamento, que durante la noche, vagan en el cielo, para en un momento dado, juntarse, y por esas causalidades del Universo, sus órbitas comienzan a danzar al mismo ritmo, y de repente siguen el mismo camino, quien sabe cuanto tiempo, tan grande es el devenir del Universo.

-Hay muchos que piensan que porque estés en este medio, en las redes sociales de encuentros, eres un amargado o desdichada que va buscando sexo fácil. Eso me lo han escrito a mi infinidad de veces, Víctor. -me comentó Angela-.
-Pues es verdad. Hay bastantes personas muy estrechas de mente. Que se creen que porque subas una fotografía en la cual te muestras guapa y femenina, incluso hasta sugerente, ya te ven como una mujer que puede ser fácil para tener algo con ella. No entienden que uno gusta de salir lo mejor posible en las fotos. -dije yo-.
-Cierto.
-Es que yo entiendo, Angela, que habrá veces, que lo que tenga que ocurrir, pues ocurrirá sin buscarlo. Pero la mayoría, uno -o los dos- proponen, buscan, y si hay química y buen entendimiento, pues es más fácil que haya algo.
-Tienes razón, Víctor. Pero esto último es bastante difícil que ocurra. Por eso que yo por este medio, ya no confío en casi nadie. Y no lo entiendo, casi toda la gente miente muchísimo, y no se dan cuenta, de que si hay 'feeling' y química, al final se acaba descubriendo esa mentira. Y si no hay esa química, más fácil aún que se descubra la intención con que va el que miente.
-Es cuestión de un primer contacto, escribirse, ir cruzando frases y que vaya surgiendo un conocerse, sin agobios y sin prisas, si es que realmente quieres conocer gente y conectar sinceramente con ella.
-Ya, Víctor, pero a veces se te despiertan sentimientos o emociones hacia otra persona sin pensar mucho en lo que puede venir después. ¿A ti no te ha ocurrido que se te han despertado esos sentimientos? -preguntó-.
-Si, si que me ha pasado, Angela -contesté sinceramente-.
-Entonces, o eres sentimental o tonto como yo.
-Jajaja, lo que pasa es que soy una persona muy emotiva, que todo lo expresa con mucho corazón y al expresar -la gente que me conoce me lo dice- me sale un río de sensaciones muy intensas que lo llenan todo.
-Jajaja, pues lo que te digo. Como yo, Víctor.
-Mmm...
-Claro que a veces me preocupa, porque quien me conoce dice que soy demasiado cariñosa, y la verdad, que tengo miedo de perder eso. -me confió Angela-.
-Si eres así, ten por seguro que no lo perderás. Lo que si pasa es que uno va aprendiendo con las experiencias de la vida, y llega al punto de seleccionar cuando quiere mostrar y a quien su carácter y forma de ser. No dejamos de ser nosotros mismos en ningún momento, pero compartimos nuestros sentimientos y nuestros deseos a un nivel más sutil y profundo...
-¿Sabes? Me encanta como escribes, cada vez que me escribes algo, lo leo más de una vez. Me impresiona todo lo que dices y me dices, y con cuanta delicadeza te expresas, aunque le pongas un punto de sana locura.
-Claro Angela -respondí emocionado por la alegría que estaba sintiendo-. Que yo sea una persona que pueda sentir mil sensaciones en un momento dado, y vivir muy intensa e íntimamente -y te prometo que cada día hago por que sea más así-, no quita para que entienda que el respeto mutuo, el aceptar tu espacio y todo cuanto tu eres esté presente en cuanto compartimos, algo que para mi es fundamental. Y conste que las locuras sanas son de lo mejor de la vida, chica.
-Yo soy de las personas que si al conocernos -no cuando ya hay tiempo compartiendo juntos- nos damos el móvil, respeto el espacio de esa persona y aunque le escriba mensajes o le llame, no le agobio.
-Es que por eso te digo, que a mi me pasó que con una chica, a las pocas conversaciones -por eso de que no percibes nada de rollo raro y tal, pues das el teléfono para ver que voz hay al otro lado y hablar algo-, te repito, con poquitas conversaciones, pasó a enviarme tres y cuatro mensajes y llamarme dos y tres veces en el mismo día, y como -es algo normal- yo no le llamaba a ella todos los días pensaba que es que me pasaba algo con ella.
-Vaya...
-Si, Angela. Tuve que decirle que lo dejase, porque no era normal, salvo que estuviese muy desesperada por conectar con chicos. Ya te digo yo que no era normal.
-Te entiendo, Víctor. Yo hablo claramente las cosas, que si no muchas veces nos confundimos. O confundimos como son las cosas.
-Exactamente. Pero imagina, que yo, conecto contigo, y después de escribirnos cuatro o cinco veces, por muy cómodos que nos hayamos sentido escribiendo, te pido hablar por el móvil... lo normal es que tu entiendas que pueda ser que quiera llegar a conocerte, vale. Pero sin que haya habido nada más, tu confías y me lo das, y yo paso a llamarte tres veces al día y mandarte tres o cuatro mensajes, pues da que pensar al menos.
-Eso si, Víctor...
-Y yo le dejé muy, muy clarito que no quería nada con ella, que por favor dejase de llamarme y mandarme mensajes. Pero ella seguía, como si hubiese hablado con un muro.
-Lo que pasa, niño, es que cuando te enamoras, ni el de 'arribita' lo puede controlar...
-Cierto Angela, pero cuando le repites un montón de veces a la misma persona que lo deje, y ella te dice que lo siente, que ya le ha dicho más gente que es muy invasiva, que no vaya así nada más conocer a alguien, y que me entiende y no lo va a volver a hacer, y al día siguiente igual, pues ahí le falla algo. Y así hasta tres o cuatro veces, que ya al final piensa uno si no le pasa algo.
-Ahí te comprendo, Víctor. Yo me enamoré como una adolescente también de un chico, por todo lo que nos decíamos, y compartíamos, y seguro que nadie en ese momento se escribía por aquí como nosotros, tan intenso.
-Pues me alegro por ti si viviste esa experiencia tan especial...

Angela y yo ya compartíamos muchas confidencias, y realmente nos sentíamos tan a gusto escribiéndonos, que cada día, sin darnos cuenta, el número de horas frente al ordenador de noche y madrugada aumentaba. Algo que nos parecía estupendo, y que cuando mirábamos el reloj y nos dábamos cuenta de que hora era, nos hacía sentir esa conexión especial de dos almas nobles que se han encontrado, que se conocen hace mucho, y que como dos amigos de toda la vida que han llevado caminos diferentes y se reencuentran no desean volver a separarse.

En verdad que la relación entre los dos iba mejorando a una velocidad rapidísima...

jueves, 22 de septiembre de 2011

4.

-¿Sabes? Creo que yo jamás volveré a enamorarme.

Angela dijo esta frase, tan rotunda, tan cargada de fuerza. En medio de la tormenta, cuando tu velero va sin control agitado por las olas, y únicamente te esfuerzas en sujetar el timón y evitar que vuelque, nada hay que pueda uno hacer salvo abrazar al mar, confiar en él, y esperar. Pues siempre, tras la más feroz de las galernas, después del huracán más sorprendente, en medio del torrente de lluvia más intenso, ante la más rugiente tormenta de arena, siempre, después, viene la calma. Siempre acaba amaneciendo y saliendo otra vez el sol.

Hablábamos de como en la red, por mucho que uno crea que puede controlarlo, al final la prudencia es la mejor amiga en las redes sociales. Uno se sincera, se abre -aún sin contarlo todo- a compartir con otros, y muchas veces se despiertan sentimientos de amistad, de amor y de cariño que creemos correspondidos en la otra persona, que no es así, pues al cabo del tiempo, bien descubres una verdad que no es la que estabas compartiendo, bien la otra persona te dice para no ir más allá esa misma verdad, revelando que lo que se ha estado compartiendo era mentira.

Y eso al final te vuelve una persona más dura, te cierra y hace desconfiar de las intenciones de la gente en páginas de socializar y compartir.

Tras decirle que se pusiese las pilas, que sintiese la Vida, y fluyese con ella disfrutando de los momentos que esta tuviese a bien regalarle, fui despidiéndome:

-Guapísima, voy a salir un ratito, que con la tarde que hace tan buena, aprovecho, me pongo la ropa de deporte, y a salir por la orilla del río. Que hay que cuidar el cuerpo tanto como la cabecita, mmm...
-Ok, Víctor. Venga, ya seguimos hablando. Besoteeeeeeeeeeeeee. Muaaaaaaaaaak.

Ya después del fin de semana, volví a escribirle, eso si, todavía sin conseguir muy bien coordinar el tema de los horarios. Tras decirle que la veía preciosa en las fotos -una certeza que sentía en mi corazón-, le insinué que tendríamos que quedar, para así coincidir seguro. Por supuesto, ella me contestó... ocho horas después, cuando se conectó.

Después de dos semanas sin conectar, volvimos a saludarnos.

-Un saludo, Angela, guapísima.
-¡Hola! ¿Cómo estás? -preguntó ella-
-Vamos bien... -respondí-. He estado en estas dos semanas entrando muy poco, casi nada diría yo.
-Eso tengo que hacer yo. Pero no me deja borrarme, me dice que no reconoce mi contraseña para darme de baja de aquí.
-¿Y eso? No te me pierdas mucho, chica, salvo que te surjan planes mucho mejores, claro está. Aunque conociendo como va esto de Badoo a veces, no me extraña que te de ese problema.
-No lo dejo ya mismo, Víctor, porque estoy imprimiendo unas conversaciones que me interesan. -me dijo-.
-Ah, entiendo, que quieres conservar conversaciones de según que gente...
-No, solo las de este chico.
-Ya, comprendo.
-En cuanto la tenga toda, ya no entro más por aquí.

En ese momento pensé que yo tenía que ser un tipo afortunado. Pues había conectado con una chica que merecía mucho la pena, y aunque se saliese de este sitio, ya habíamos coincidido. Así que me apresuré a dejarle mi contacto:

-Pues ya que he tenido la gran suerte de conectar contigo, Angela, antes de tu partida... Te dejo mi correo, y, sin compromiso, y si te apetece, mantenemos el contacto. A mi me gustaría, pero ya te digo, si quieres y te apetece...

Siempre he considerado que independientemente de lo que uno desee compartir con otra persona, y de que se lance más o menos a ello, o del modo en que actúe, y qué espere y quiera conseguir, siempre el respeto hacia la otra persona es lo principal. Ante todo la sinceridad, pues pase después lo que pase, siempre le queda a uno el saber que ha actuado de manera correcta.

Ella agradeció el ofrecimiento. No daba su correo electrónico a casi nadie desde hacía cuatro meses, comentó Angela.

-Pero a ti si te agregaré -dijo para mi alegría-.

Desde luego, que razón hay en que un corazón noble, cuando toca a la puerta de un alma sincera y llena de luz, es escuchado, y una puerta se abre, y la belleza del corazón entra por la puerta, y la luz del interior brilla e ilumina ese mismo corazón. Porque todo lo que iba sucediendo nos llevaba a desear compartir más, a escribir durante más tiempo, a comentar todo lo que se nos ocurriese, con tal de estar juntos. Unidos en la distancia por los escasos centímetros que separaban nuestros rostros de la pantalla de nuestros ordenadores.

-¿Sabes? No se porque se borraron aquellos comentarios tan chulos y bonitos, los primeros que pusiste en mis fotografías...
-Si quieres, Angela, te pongo más comentarios bonitos en las fotos antes de que borres el perfil.
-¿Lo harías? -preguntó-. Me encantaría que lo hicieses.
-Si, claro que lo haré.

Como no hacerlo, si cada vez que entraba a ver sus fotografías, veía a una mujer preciosa, llena de pasión por la vida. Veía y sentía como me atraía la energía de Angela, en un mar de sensaciones, tan cercanas y a la vez tan claras, que dentro de mí tuve la sensación de que siempre había conocido a esta mujer, desde el mismo día en que nací. Y que la Vida, por esos azares y milagros que realiza, me había conectado a ella, aún sin yo saberlo, para acabar encontrándola en mi camino.

Y ahora mi camino se juntaba al de ella, cada vez más, trenzándose un lazo cada vez más profundo entre Angela y yo...

miércoles, 21 de septiembre de 2011

3.

Tras la promesa mutua de regalarnos un baile, dos días después seguíamos escribiendo.

Angela se sorprendía cada vez más por los intensos y vivos comentarios que dejaba en su perfil y en sus fotografías. Cuando alguien quiere dejar energía en el ambiente para que otra persona la sienta, nada mejor que palabras cargadas de emoción y sentimientos, del latir del corazón, de la sangre fluyendo veloz por las venas presa de una pasión que va creciendo cada día.

Los primeros días, hay que reconocer que conseguir que conectásemos a las mismas horas, se hacía labor difícil. Yo entraba a ver solo si tenía mensajes y salir inmediatamente después, con lo cual Badoo, que tardaba unos pocos minutos en ponerme como desconectado, hacía que Angela me viese conectado, me saludase y yo no estuviese presente.

-¡Hola! -me saludó Angela.
-Holaaaa, respondí. Te recuerdo que me debes un beso, chica.
-Eso está hecho -me dijo-. Muuuuuuuaaaaaaak...
-Vaya... yo... jajaja, me refería a un beso en vivo y en directo. Pero ya me vale también. ¡Lo doy por recibido!.

Comenté que para ser octubre, casi noviembre, hacía una temperatura ideal. Bueno, sinceramente, para mi cualquier temperatura que sea cercana al frío o directamente fría me parece ideal, lo cual me hace pensar siempre que debo tener algún antepasado remoto que vino de algún país del norte -Islandia, Alaska, Finlandia-, y del cual comparto algunos genes. Angela también, pues se había estado dando esa tarde un baño en su piscina.

-¿Sabes? Me gusta la energía tan positiva que se ve en tus fotos, Angela.
-Si, yo no se de donde la saco, pero nunca me canso bailando y estando en algo agradable. Antes subía fotos de cuando estaba en fiestas, romerías, cumpleaños, pero las quité. Mmm, hasta las alumnas de donde yo daba clases de manualidades y pintura me pintaron la camiseta negra que sale en una de mis fotos.
-Ya la vi, ya.
-Pues la cara que pintaron es la mia, así que mira a ver a quien quieres dar el beso...
-Clarísimo. Quiero compartirlo contigo, Angela. Es más interesante, más excitante quizá, y además así me quedo el sabor de tus labios en mi memoria.
-¡Uf, que bonito suena eso!

La conversación seguía, sin comprender como yo la estaba escribiendo, y a la vez aparecía como desconectado -todo un misterio-. Ya otra gente me lo decía.

-Será brujería -comentó Angela.
-Si, el brujo es el puñetero Badoo, que así despisto a todo el mundo sin yo quererlo, chica.
-He sonreído, Víctor, al ver escrito lo de "chica". Esta mañana uno no hacía más que llamarme "señora bella". Y otro "piel de canela". Pero yo me quedo con uno muy especial que me decía un chico.
-A mi me gusta tu nombre. Angela.
-¿Me dirás "chica"?
-Si, si tengo que pensar en la edad que expresas, si.
-Tu nombre aquí, PuraVida, la verdad que es muy guay.
-Claro Angela, es como me siento yo, y así lo expreso.
-¡Guau! Entonces como yo -escribió con emoción Angela.
-Vivir momentos íntimos, intensos, especiales, llenos de Vida...

Después llegó la pregunta que todos nos hacemos, o al menos hacemos los que sinceramente deseamos compartir en las redes sociales, y no inventarnos una historia fantástica para simplemente ligar o tener un encuentro. Porque entre miles de personas, muchas se esconden tras la mentira para conseguir lo que quieren -que la mayoría luego no consigue- de la otra u otras personas. Así que Angela, resuelta a descubrir el misterio que podía dar un paso más a nuestro contacto, se atrevió a preguntar:

-¿Tu tienes pareja o estás casado? -preguntó directamente y sin rodeos.
-Ahora mismo estoy libre -respondí- y sin compromiso. Y no, no soy separado -añadí-, que la gente me pregunta y no se lo suelen creer. Ya te digo, con tanta persona y perfil en que se engaña, te dicen libre y luego tienen mujer e hijos, e historias así.
-Que me vas a contar, más de uno he conectado yo por aquí, Víctor, que decía ser soltero, y al cabo de dos meses de ocultarlo y no decir la verdad, decirme que lo siente, pero que está casado. Con dos personas con las que cogí cariño y afinidad, me pasó eso.
-Pues que personas más vacías. Yo creo que si tienes en tu vida la persona a la que amas y quieres, vamos, que si tienes lo que deseas dentro, no lo buscas fuera. Y si buscas lo que no te dan -o te das-, al menos ve de frente y se sincero en cuestiones como el estar casado o tener pareja. Así lo entiendo yo.
-Igual que yo, Víctor, igual que yo.

A cada momento me iba gustando más como entendíamos los dos una relación, y la sinceridad que mostrábamos los dos, deseosos de que el contacto que habíamos iniciado, no se quedase en solo eso, unas cuantas conversaciones, y fuese algo más profundo. Si, la sinceridad de Angela me hacía sentir una preciosa sensación que iba mucho más allá...


lunes, 12 de septiembre de 2011

2.

Sábado después de comer. Relajado ante la pantalla de mi ordenador, saboreando un intenso café de Kenia, y escuchando de fondo música instrumental, me decidí a entrar de nuevo en Badoo. Con la intensidad que me había atraído el perfil de Angela, no podía menos que ver si alguno de mis comentarios en sus fotos le había gustado. Yo, desde luego, había escrito con la pluma del corazón, los dedos del alma, y la inspiración que ver aquellas imágenes me proporcionaba.

Y ahí estaba ella. Angela en estado puro. Conectada. Yo, con un primer "hola, buenas tardes". Ella, haciendo brillar una sonrisa en mi cara, con un "muchas gracias por tus comentarios en mis fotos, es verdaderamente un halago para mi".

Entre medias se le escurría y deslizaba una frase sin sentido ninguno, que inmediatamente cobraba lugar -para ella, claro está- pues Angela se apresuraba a comentar que no, que esa frase se la escribía a otra chica con la cual estaba hablando cuando yo conecté.

Tras decirme que mis fotos también eran preciosas, ya nos despedimos hasta luego -que sería hasta más tarde pues las ganas de volver a encontrarnos ya estaban ahí-, con un beso enorme lanzado desde su espacio al mío. Un beso así, tan sincero y natural, le sienta bien a cualquiera. A mi desde luego me hizo volver a sonreír. Dos veces en un pequeño espacio de tiempo. Eso era una buena señal, me dije. Si, una estupenda señal.

Como los comentarios que escribí con tanto corazón en sus fotos, llegaron a borrarse, es un misterio, que aún hoy después de veinte meses juntos, sigue sin tener explicación. Ella comentó que como le había borrado las frases más bonitas que le habían escrito hasta el momento, y yo, me apresuré a contestarle que no, que le juraba que no había sido yo el que había borrado las frases. Eso si, como buen anfitrión, le prometí volver a llenar sus fotos de frases intensas llenas de sentimientos. Cosa que me apresuré a hacer.

Ya el domingo volvimos a conectar. Bueno, si se le puede llamar conectar. Los dos habíamos dormido algo -por no decir casi nada-, con lo cual escribíamos más por intuición que por poder ver las teclas correctamente. Aún así, había conexión entre los dos, por lo cual decidimos continuar la conversación.

-¿Así qué te has acostado a las 8 de la mañana? ¡Chica! Bueno... pues me ganaste, yo a las 6. ¿Y qué hacías todavía a esas horas levantada? -pregunté aún sabiendo la respuesta, que era bastante normal-.
-Pues de bailoteo, sin parar -respondió ella.

Tras desperezarnos, ya pasamos a cuestiones más formales, que en las primeras frases no habíamos preguntado. Tras decirle que era de Madrid pero vivía en Murcia, y ella contestar que lo mismo pero en Torrevieja, me alegré al igual que ella, que comentó que genial pues estábamos relativamente cerca.

Yo ya sentía en Angela, a una mujer decidida. Una mujer que presentía positiva y alegre, no ya por sus fotos que mostraban su alegría, sino por el entusiasmo con que me saludaba, o al cerrar una conversación. Ella, algo en lo que estoy de acuerdo, decía que para que ser negativa, si al final lo que eres o vives es lo que transmites y das a los demás.

En ese momento sonó su teléfono. Era una de las amigas del día anterior, para ver que iba a hacer. En ese momento, sintiéndose todavía bajo los efectos de ocho horas de fiesta y baile, no sabía que iba a hacer. Yo le comenté que tenía mucha vida dentro, y ella respondió afirmativamente, diciendo que tenía la edad que tenía, pero que se sentía como una chica con veinte años menos.

-Yo me he picado conmigo mismo que hasta los ochenta años, aguanto con buena salud y una energía inagotable, Angela.
-Mmm. te gano. Un amigo médico me ha dicho "niña, tu con tu forma de ser, vivirás ciento veinte años con la misma vitalidad".

Me gustó su forma de verlo. Tras lo cual, me dijo que no me robaba más tiempo, pues le había comentado que tenía que ir desconectando. Para ser una de las primeras conversaciones, ya quedamos en que la debía invitarla a bailar. Genial, buenas vibraciones y buenas sensaciones que no dejaban de llegarme de esta mujer. Como ya era costumbre, nos despedimos, ella con un enorme "besoteeeeeeeeeeeeee", y yo con un sonoro "smuack", todo lleno de magia, o al menos eso sentíamos los dos. Una magia que no consiste en trucos, sino en momentos inesperados que te hacen sentir especial...