viernes, 7 de octubre de 2011

9.

Uno siempre puede ver el vaso medio lleno o medio vacío. Pero la verdad, es que lo que hace realmente valioso al vaso es su interior. Si no se vaciase de todo lo que le sobra, no podría llenarse con el líquido que luego le da la vida.

Eso mismo nos ocurría a Angela y a mi. Nos vaciábamos de todo cuanto nos sobraba, para poder estar en esencia preparados a llenarnos con el otro, a aprender de cada encuentro y cada experiencia, a zambullirnos en el río de las emociones, a comprender que cuando dejas espacio en tu vida para que sucedan cosas maravillosas, pues comienzan a producirse los milagros.

-¿Sabes una cosa, Víctor? Estaría horas solo leyéndote, sin yo escribirte nada.
-Vaya, es todo un detalle, Angela.
-Disfruto leyéndote. Y te digo que también me enriquece el alma.
-Es que en tu compañía, chica, yo me siento muy cómodo y a gusto escribiéndote, de tan agradable como eres. Y es por coincidir con gente como tu, y por poder compartir los dos juntos así, que merece la pena entrar al ordenador y a esta página de Badoo.
-Mira, para mi es como cuando lloro en esos momentos especiales, que son de alegría.
-Uf, que intenso, Angela...
-Víctor. Es una delicia leerte.
-Solo le encuentro una pega a todo esto.
-¿Cúal? -me preguntó Angela intrigada-.
-Que me gustaría haberte conocido diez años antes, jajaja...
-¿?
-¡Reacciona, Angela!
-¿Por qué me escribes eso?
-Porque es lo que me hubiese gustado, y te lo digo como lo siento.
-Si te lo digo, chico, porque me acaba de sacudir un escalofrío por todo el cuerpo al leerte... Es que tengo la sensación de que me escribes como si lo hiciera alguien conocido hace ya mucho tiempo.
-Que maravilla chica.
-La sensación, es imposible describírtela.
-Compártela conmigo, que me llegue a mi también, aunque se que las palabras en estos casos se quedan cortas.
-¿Seguro que no nos conocemos, Víctor?
-Seguro. Salvo que yo con catorce o quince años hubiese coincidido contigo en Madrid, y no tengo el recuerdo.
-Por favor, acerca tu mano a la pantalla, Víctor, y cuando cuente tres, júntala, que quiero sentir tu energía aunque sea virtualmente...
-Venga, ya está. Cuenta, Angela...
-1...2...¡3!

En ese momento, con mi mano puesta sobre la pantalla del ordenador, mis ojos cerrados, y mi respiración consciente centrada en mi corazón, una energía indescriptible y muy potente entró por mis dedos, recorriéndome todo el cuerpo a la vez que una intensidad enorme se concentraba en mi corazón. Instantes después, dejándome llevar por la sensación, mi corazón le enviaba a Angela los más bellos sentimientos, a través de nuevo de mis dedos, hasta su mano y su corazón.

En ese momento comprendí mejor que nunca cuando los físicos cuánticos dicen que aunque dos átomos estén separados por miles de kilómetros, si tienen una conexión vital -en nuestro caso emocional-, lo que uno sienta lo puede sentir el otro. Y así nos ocurrió a nosotros.

-Que sensación más buena he sentido, Víctor.
-¿Sabes lo que he pensado mientras estábamos así?. Va, me atrevo a decírtelo: Quiero y deseo que una sensación llena de energía inunde el ser de Angela, y una intensa alegría recorra su cuerpo y su mente en este momento.
-¡Pues lo has conseguido!. Tengo la carne de gallina. Estoy flotando en una nube.
-Yo cierro mis ojos, y si pienso en tí, por como escribes -es una manera de ver que muestras y transmites- me llega una mujer que está en el mundo y fluye con la vida, una mujer interesante y muy apasionada, que está llena de sueños, y con suerte, cumplirá unos cuantos.
-Joer chico, en este momento me has hecho sacar esas lágrimas que yo digo son 'orgasmos del alma'.
-Vuelvo a repetir, que eres muy agradable, y me gusta como escribes. Le tocas a uno la fibra, mujercita.
-¡Gracias!
-Venga cielo. Voy a ver si descanso un poco los ojillos de la pantalla. Que no es por mucho escribir, sino porque no paro de mirarte, guapísima, jajaja...

Otra vez más, y ya era una costumbre, las horas iban recorriendo la noche. Muchos días comenzábamos sobre las once, y terminábamos a las tres de la madrugada. Y este día fue igual. Más o menos ya sabíamos la hora a la que, de estar libre para conectar, conectábamos tanto uno como el otro. Lo que nunca sabíamos, porque nunca nos daba por terminar, era cuando acabaríamos cada encuentro. De hecho, había noches que no queríamos que se acabasen nunca. Lo cual no tardaría tanto en llegar.

Pero esto, en esta novela, requiere que antes sucedan más cosas, interesantes, apasionadas, intensas, divertidas. Y eso, es algo tan profundo y tan lleno de momentos entre los dos, que mejor dejar que esta historia siga su curso...

No hay comentarios: