viernes, 14 de octubre de 2011

11.

-Aunque te parezca tonto, prefiero mil veces, Angela, besarme con una chica una noche entera y abrazarnos y sentirnos, que tener solo sexo con ella. Prefiero descubrir y compartir a una mujer emocionada, que un entrar y salir. Eso lo tengo claro.

Angela y yo nos entendíamos a las mil maravillas, y eso era porque en nuestros corazones y en nuestra forma de ser había muchísimas similitudes. Los dos anteponíamos el sentir emociones, el tocar lo más profundo del Ser del otro, y el descubrir la magia en la otra persona mientras estábamos en un momento muy íntimo. Lo que no era obstáculo para que luego eso desembocase en un sexo sin límites abriéndonos a darnos todo, hasta la vida -en términos de placer y disfrute-, el uno al otro.

-¿Sabes? El otro día estuve bailando desde las doce y media hasta las 5 de la madrugada, Víctor.
-Mmm, vaya como trasnochas, chica. Tu es que no paras -dije-.
-Pues ya ves. La energía que tengo dentro. Fue muy divertido, picante, sano...
-¿Picante? Cuenta, cuenta...
-Pues que con un amigo del grupo de gente, todo en plan solo de amigos, nos picábamos insinuándonos, bailando, yo le hacía gestos y el respondía... Había mucha química entre nosotros. Pero me dijo que no quería seguir yendo por ahí.
-¿Y eso?
-Porque Víctor, dice que es muy fácil enamorarse de mí, por como soy y lo que transmito, y que acaba de salir de una relación. Dice que soy muy sensual, y que mi sonrisa enamora con solo mirarla un segundo.
-Es cierto. Cuando hay complicidad y una sana amistad, se puede hacer eso y más. Yo con una compañera de trabajo, que es como tu, cuando bailábamos en las cenas de compañeros de oficina, acabábamos a un centímetro uno del otro, nuestros labios, y para nada sentíamos otra cosa que no fuese disfrutar un rato agradable y lleno de diversión y vida. Y ninguno sentía que quisiese ir más allá con el otro. Eso es lo que te hace sentir bien, la amistad de ciertas personas.
-Pues si, Víctor, eso mismo nos pasó a nosotros. Y son momentos mágicos, pues son auténticos.
-Y para mi al menos, Angela, en momentos así, te da una subida de energía y vida por dentro, que aguantas lo que te echen. Imagina que cuando el grupo ya estaba muerto en la discoteca a las seis de la mañana, ella y yo todavía nos decíamos '¿un baile más?' y ala, otros veinte minutos sin parar. Al final, salíamos ya amanecido.
-¡Joer niño! No me estarás robando los pensamientos... jajaja, que estás contando lo mismo que yo hice y sentí cuando estuve de fiesta con esta gente.
-Eso es que conectamos tu y yo muy bien, chica.

Igual que en el baile sensual y travieso, yo iba dejando perlas sueltas en la conversación, giros del lenguaje muy directos cual flechas que llegaban a Angela. Mis palabras y mis frases, expresaban todo cuanto sentía, a la vez que llenaban la mente y el corazón de esta chica de emoción y alegría, al saberse querida, deseada, apreciada. Y yo hacía porque fuese así cada vez más y más.

-Ten en cuenta que sí que despiertas esa pasión, Angela. Fíjate en nosotros, nos hablamos con una energía muy especial. En pocas frases ya hemos conectado y me pareces una chica muy intensa y agradable. Tu sabes que soy muy directo y sincero contigo. Y te digo que despiertas buenas sensaciones en la gente, al menos eso siento yo. Y también veo en ti a una mujer muy atractiva y pasional, y eso a mi me gusta mucho en una chica.
-Te entiendo, Víctor. ¿Pero sabes una cosa?
-Dime -dije curioso-.
-En el Amor... Desearía conocer lo que aún no conozco, escuchar lo que no he oído, y contemplar lo que nunca he visto. Fundirme en el misterio, y descubrir el porque...
-Ese momento te llegará, Angela. Conocerás y vivirás experiencias que llenarán tu Ser, y te harán sentir la Vida como nunca dentro de ti.

Quien me iba a decir a mi que el tiempo, que todo lo pone en su sitio, o todo lo descabala y lo vuelve loco, al igual que el corazón y la Vida, me iba a convertir en protagonista de mis propias palabras, de los sentimientos que ponía en ella y de lo que ella misma deseaba con toda su alma expresar y vivir también en su propia vida.

-Te lo juro, Víctor, que lo deseo con toda mi alma y todo mi Ser. Encontrar a ese hombre que no me quiera tanto, sino que me quiera mejor y mejor cada día. Que me lleve al fin del mundo, y que ponga nombre a todas las olas mientras contemplamos el amanecer a la orilla del mar.
-Que bien suena eso, chica... ¡Me estás dando un momento único y genial!. Jajaja... no tengo ahora mismo ruido en mi casa, salvo la lluvia que golpea el cristal de mi ventana, y tus palabras que van surgiendo en mi pantalla. Es algo realmente intenso, Angela.

Si en ese mismo momento, Dios me hubiese concedido un deseo, creo que hubiese elegido fundirme para entrar dentro del corazón de Angela, conocerla completamente por dentro, y salir de nuevo volviendo a ser yo, pero con el conocimiento de esta mujer tan vital y especial.

Y ella algo también sentía ya en su interior, al escribirme a continuación:

-Tu también sentirás, Víctor. Y sentirás lo que yo te he escrito, de las olas, y el mar. Porque aunque aún no te conozco, he de decirte que eres de esas personas que eres multimillonario en espíritu, y con una profundidad como ser humano fuera de lo normal.
-Angela. Yo quiero sentir en una mujer como se emociona con solo cruzar nuestra mirada. Que al despertarnos cada mañana, la cama nos queme -literalmente- de las ganas de vivir y compartir cada nuevo día. Que para nosotros hacer el amor y tener sexo, sea juntar nuestras manos, acercarnos y empezar a temblar de gusto aún sin habernos rozado siquiera. Que tengamos un nivel de conexión tan alto, que estando separados, si yo pienso en ella o ella en mi, sintamos un cosquilleo especial, como una transmisión de pensamiento y emociones que llega a través del aire.
-Mujer, me sorprendes al escribirnos, mi corazón me dice que tienes una capacidad de amar y recibir amor enorme. Y tu y yo sabemos, que la cabecita es un mono que no para de hablar y muchas veces nos lía. Pero el corazón no se equivoca nunca...
-Cierto, Víctor, el corazón no se equivoca nunca. Y el tuyo está acertando mucho conmigo.
-Dice mi corazón, Angela, que le encanta acertar cuando es contigo...

Y había acertado con Angela, de eso mi corazón me hacía llegar señales sin parar. Y yo, que siempre he creído en mi corazón, resultaba que también creía en las señales.

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