jueves, 29 de septiembre de 2011

6.

Oye, a todo esto... ¿de dónde eres?

Pudiera parecer ilógico, que tras unas conversaciones tan intensas, tan profundas y que iban tomando un color muy especial, todavía hubiese preguntas básicas que no nos habíamos hecho.

Es lo que tiene el estar compartiendo de manera sincera, que sigues las sensaciones del corazón, y dejas reposando a la cabeza, con lo cual conectar no sigue el camino habitual de la mayoría de la gente. Algo que a nosotros, la verdad, nos hacía sentir estupendamente.

-Soy de Madrid. Viví allí hasta los diecisiete años, y luego para Murcia, Angela -respondí yo-.
-Anda, como yo, madrileña también.

Ya de nuevo tras esta cuestión solucionada, nos metimos otra vez de lleno en la conversación animada que nos hacía estar una noche tras otra deseando llegar al ordenador y ver a la otra persona activa en la página al otro lado de la pantalla. Por más que no lo dijésemos a los cuatro vientos, ahí hacíamos ya por estar cada día para hablar uno con el otro.

-Yo soy muy amiga de mis amigos, aún mantengo algunas amigas de cuando tenía cinco o seis años. Y ya ha llovido desde entonces...
-Cierto Angela -empecé para completar su frase-. Yo con mi mejor amiga de Murcia, y a fecha de hoy la mejor amistad que tengo, no necesitamos llamarnos cada día ni mandarnos mensajes continuamente, y eso que nos queremos y apreciamos muchísimo como amigos por lo que hemos compartido.
-Si algún día conoces a esas amigas mías te lo dirán, como nos queremos después de tanto tiempo con locura y auténtica pasión de amigas.
-E incluso a veces, el saber que tus amigos de verdad, esos que se cuentan con los dedos de una mano y nos sobran dedos, están ahí. Cuando tras un tiempo sin conectar lo hace una parte con la otra, la alegría, la energía positiva que inunda el ambiente lo dice todo.
-Te entiendo. Yo a veces no entiendo que aunque en una pareja haya habido mucho amor, después no pueda quedar una amistad. No digo inmediata, pues los sentimientos siguen ahí, y los momentos compartidos. Pero de ahí a no poder ni con el tiempo crecer con la experiencia vivida y hacer que perdure una bella amistad al menos, pues es una lástima, Víctor, que sea así.
-Lo se, pero que hay más hermoso, si una relación no se ha roto por problemas, sino porque el amor se ha enfriado y se ha apagado, que desde todo lo bueno que se ha compartido, dar forma a una amistad.
-Ya Víctor, pero cuando uno ha amado muchísimo, es difícil, se pasa muy mal, y uno no deja de amar cuando es sincero de un día para otro. ¿Tu crees que la persona de quien te hablo querrá un día mi amistad? -me preguntó ella-.
-No lo se, Angela, no soy adivino. Se que poniéndome en su lugar, desearía tu amistad sin dudarlo un segundo -dije-.
-El se marchó a Argentina. Me envió un correo diciéndome que le contestara diciéndole como esta y demás, pero no quise hacerlo. ¿Qué te parece?
-Pues que igual has hecho bien, si tanto amaba que se fue a la otra parte del mundo, sería como atizar las brasas que parecen apagadas para que surjan al rojo vivo de nuevo de abajo. Como de eso ya ha pasado un tiempo, creo que ahora ya si le podrías escribir, chica.
-Además ahora mismo están con inundaciones allí e igual le gustaría recibirlo, y ver que me intereso por como está allí.
-Si, Angela, a mi me gustaría recibirlo, la verdad. Que alguien que ha compartido intensamente momentos de la vida conmigo quiera saber como me va la vida, pues siempre te alegra el corazón.
-Vaya lagrimones, Víctor. Me he emocionado, gracias por tus palabras, me llegan mucho también.

En ese momento descubrí las tres palabras más mágicas que nadie había pronunciado nunca. Angela, para describir un estado de alegría incontenible, de felicidad intensísima, de sentir desde un mar de emociones a la sensación más leve, tocar el cielo con las manos, el universo con el espíritu y el mundo con el corazón, para todo ello, me dijo algo que me golpeó todo mi Ser con la fuerza de la Vida, de esa Vida que es lo que te da aliento cada día:

-¿Sabes lo que yo digo, cuando lloro y me emociono así?
-No. ¿Qué dices? -pregunté curioso-.
-Que son 'orgasmos del alma' -escribió-. Son lloros bonitos, y preciosos.
-Vaya, no lo había pensado nunca así... ¡me gusta la frase!.
-Pues ya sabes, chico, te doy permiso para copiarla.
-¡Orgasmos del alma!. En serio, es una descripción realmente buena, Angela. Como me gusta lo que transmiten tus palabras.

En lo más intenso de mi Ser, sentía que esta mujer, estaba regalándome palabras de Vida, algo que por ser tan especial había de guardar como un tesoro. Y no me equivocaba...

-A veces llorar es bonito, Víctor.
-Eso me recuerda, Angela, a la escena final de la trilogía de 'El señor de los anillos'.
-¿Si? ¿Por qué?.
-Cuando se despide el mago de los cuatro personajes principales de una raza de toda la historia, los 'hobbits', les hace recordar todos los buenos momentos vividos juntos, como han escrito páginas de sus vidas juntos, y les dice: 'no os diré no lloréis, mis pequeños amigos, pues no todas las lágrimas son amargas'. Claro, después de una maravillosa y fabulosa historia juntos en un grupo de nueve que tienen que separarse por circunstancias para siempre.
-Chico, que final tan intenso...
-Es que se lo que es eso, Angela, una sensación tan intensa que te tiembla el cuerpo, te salen lágrimas como un río, y toda tu piel se eriza, de la emoción. Claro que lo he sentido yo también.
-¿Ves? Como te decía al principio, en eso eres como yo, Víctor.

La verdad, es que en las cosas principales y que realmente importan en la vida de una persona, y que son las que nos impulsan cada día a superarnos y nos llevan a comprender que somos mucho más de lo que nos creemos, en esas cosas Angela y yo coincidíamos. Nuestra visión de una relación, de un compartir entre dos personas amor y sentimientos, era idéntica. Algo que por otro lado nuestros corazones ya sabían, y se reían entre ellos de nosotros pues ya sabían mucho más que nosotros mismos.

Y es que nuestro corazón sabe mucho, aunque no siempre estemos con ganas de hablar con él, o no callemos nuestra conversación sin fin para escucharlo con atención. Por eso a veces, cuando no le hacemos caso, calla con cierta tristeza. Pues un corazón está hecho para sentir la Vida, para expresarla, y para hablar con nosotros y ayudarnos siempre que lo necesitemos. Si, los corazones hablan a un nivel sutil, pero si nos ponemos a ello, al final lo que nos dice lo entendemos, y eso es algo que merece la pena.

Y desde luego, ahora me doy cuenta de que el corazón de Angela y el mío, habían comenzado a hablar muchas más horas de las que ella y yo pasábamos frente al ordenador...

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