martes, 27 de septiembre de 2011

5.

-Es muy gratificante poder estar charlando contigo, que aunque es a través de la escritura, es algo estupendo.

Los comentarios que nos hacíamos. La cantidad de frases y de palabras que dejaban fluir un mar de sentimientos. Era posible e iba tomando forma. Si dos personas estaban conectando hasta en lo más íntimo de su Ser, aún sin ser conscientes de ello, éramos Angela y yo. Más y más horas de conversación, hacían que un cariño muy especial estuviera surgiendo entre los dos. Crecía con cada encuentro en la red, en nuestro rincón habitado en una página social, una amistad profunda y sincera, a la vez que unos sentimientos, que intuyéndolo de alguna manera despertaban nuestros corazones. Y así nos sucedía cada vez que conectábamos.

Entre los miles de personas que tenían su perfil en Badoo, había dos que habían construido y dado forma a un Badoo en el que solo cabían ellos, un espacio en el cual solo existían sus momentos, sus palabras, sus susurros, las risas compartidas, y los sentimientos.

Habíamos creado nuestra red personal dentro de una red mayor que a su vez pertenecía a la vastísima Red, comúnmente conocida como Internet. Si tuviese que describir nuestro comienzo un astrónomo, se referiría a dos puntos en el firmamento, que durante la noche, vagan en el cielo, para en un momento dado, juntarse, y por esas causalidades del Universo, sus órbitas comienzan a danzar al mismo ritmo, y de repente siguen el mismo camino, quien sabe cuanto tiempo, tan grande es el devenir del Universo.

-Hay muchos que piensan que porque estés en este medio, en las redes sociales de encuentros, eres un amargado o desdichada que va buscando sexo fácil. Eso me lo han escrito a mi infinidad de veces, Víctor. -me comentó Angela-.
-Pues es verdad. Hay bastantes personas muy estrechas de mente. Que se creen que porque subas una fotografía en la cual te muestras guapa y femenina, incluso hasta sugerente, ya te ven como una mujer que puede ser fácil para tener algo con ella. No entienden que uno gusta de salir lo mejor posible en las fotos. -dije yo-.
-Cierto.
-Es que yo entiendo, Angela, que habrá veces, que lo que tenga que ocurrir, pues ocurrirá sin buscarlo. Pero la mayoría, uno -o los dos- proponen, buscan, y si hay química y buen entendimiento, pues es más fácil que haya algo.
-Tienes razón, Víctor. Pero esto último es bastante difícil que ocurra. Por eso que yo por este medio, ya no confío en casi nadie. Y no lo entiendo, casi toda la gente miente muchísimo, y no se dan cuenta, de que si hay 'feeling' y química, al final se acaba descubriendo esa mentira. Y si no hay esa química, más fácil aún que se descubra la intención con que va el que miente.
-Es cuestión de un primer contacto, escribirse, ir cruzando frases y que vaya surgiendo un conocerse, sin agobios y sin prisas, si es que realmente quieres conocer gente y conectar sinceramente con ella.
-Ya, Víctor, pero a veces se te despiertan sentimientos o emociones hacia otra persona sin pensar mucho en lo que puede venir después. ¿A ti no te ha ocurrido que se te han despertado esos sentimientos? -preguntó-.
-Si, si que me ha pasado, Angela -contesté sinceramente-.
-Entonces, o eres sentimental o tonto como yo.
-Jajaja, lo que pasa es que soy una persona muy emotiva, que todo lo expresa con mucho corazón y al expresar -la gente que me conoce me lo dice- me sale un río de sensaciones muy intensas que lo llenan todo.
-Jajaja, pues lo que te digo. Como yo, Víctor.
-Mmm...
-Claro que a veces me preocupa, porque quien me conoce dice que soy demasiado cariñosa, y la verdad, que tengo miedo de perder eso. -me confió Angela-.
-Si eres así, ten por seguro que no lo perderás. Lo que si pasa es que uno va aprendiendo con las experiencias de la vida, y llega al punto de seleccionar cuando quiere mostrar y a quien su carácter y forma de ser. No dejamos de ser nosotros mismos en ningún momento, pero compartimos nuestros sentimientos y nuestros deseos a un nivel más sutil y profundo...
-¿Sabes? Me encanta como escribes, cada vez que me escribes algo, lo leo más de una vez. Me impresiona todo lo que dices y me dices, y con cuanta delicadeza te expresas, aunque le pongas un punto de sana locura.
-Claro Angela -respondí emocionado por la alegría que estaba sintiendo-. Que yo sea una persona que pueda sentir mil sensaciones en un momento dado, y vivir muy intensa e íntimamente -y te prometo que cada día hago por que sea más así-, no quita para que entienda que el respeto mutuo, el aceptar tu espacio y todo cuanto tu eres esté presente en cuanto compartimos, algo que para mi es fundamental. Y conste que las locuras sanas son de lo mejor de la vida, chica.
-Yo soy de las personas que si al conocernos -no cuando ya hay tiempo compartiendo juntos- nos damos el móvil, respeto el espacio de esa persona y aunque le escriba mensajes o le llame, no le agobio.
-Es que por eso te digo, que a mi me pasó que con una chica, a las pocas conversaciones -por eso de que no percibes nada de rollo raro y tal, pues das el teléfono para ver que voz hay al otro lado y hablar algo-, te repito, con poquitas conversaciones, pasó a enviarme tres y cuatro mensajes y llamarme dos y tres veces en el mismo día, y como -es algo normal- yo no le llamaba a ella todos los días pensaba que es que me pasaba algo con ella.
-Vaya...
-Si, Angela. Tuve que decirle que lo dejase, porque no era normal, salvo que estuviese muy desesperada por conectar con chicos. Ya te digo yo que no era normal.
-Te entiendo, Víctor. Yo hablo claramente las cosas, que si no muchas veces nos confundimos. O confundimos como son las cosas.
-Exactamente. Pero imagina, que yo, conecto contigo, y después de escribirnos cuatro o cinco veces, por muy cómodos que nos hayamos sentido escribiendo, te pido hablar por el móvil... lo normal es que tu entiendas que pueda ser que quiera llegar a conocerte, vale. Pero sin que haya habido nada más, tu confías y me lo das, y yo paso a llamarte tres veces al día y mandarte tres o cuatro mensajes, pues da que pensar al menos.
-Eso si, Víctor...
-Y yo le dejé muy, muy clarito que no quería nada con ella, que por favor dejase de llamarme y mandarme mensajes. Pero ella seguía, como si hubiese hablado con un muro.
-Lo que pasa, niño, es que cuando te enamoras, ni el de 'arribita' lo puede controlar...
-Cierto Angela, pero cuando le repites un montón de veces a la misma persona que lo deje, y ella te dice que lo siente, que ya le ha dicho más gente que es muy invasiva, que no vaya así nada más conocer a alguien, y que me entiende y no lo va a volver a hacer, y al día siguiente igual, pues ahí le falla algo. Y así hasta tres o cuatro veces, que ya al final piensa uno si no le pasa algo.
-Ahí te comprendo, Víctor. Yo me enamoré como una adolescente también de un chico, por todo lo que nos decíamos, y compartíamos, y seguro que nadie en ese momento se escribía por aquí como nosotros, tan intenso.
-Pues me alegro por ti si viviste esa experiencia tan especial...

Angela y yo ya compartíamos muchas confidencias, y realmente nos sentíamos tan a gusto escribiéndonos, que cada día, sin darnos cuenta, el número de horas frente al ordenador de noche y madrugada aumentaba. Algo que nos parecía estupendo, y que cuando mirábamos el reloj y nos dábamos cuenta de que hora era, nos hacía sentir esa conexión especial de dos almas nobles que se han encontrado, que se conocen hace mucho, y que como dos amigos de toda la vida que han llevado caminos diferentes y se reencuentran no desean volver a separarse.

En verdad que la relación entre los dos iba mejorando a una velocidad rapidísima...

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